viernes, 25 de enero de 2013

Dry tooling bloquero

Una tarde cualquiera se puede ir uno a desafilar los piolets con facilidad. Existe una cueva cerca de Arguis donde Edu Gonzalez se ha currado un sectorcillo de dry tooling con colchonetas. Me acompaña mi amigo Jorge, pues hemos decidido que hay que prepararse para corredores que estén algo secos, jeje


Os dejo un enlace con un vídeo que hicimos.
Un saludo



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viernes, 11 de enero de 2013

Cresta de Salenques (invernal)


Como Javi y yo somos un poco desordenados, empezamos a sacar el material del coche y entre tanto "ponte bien y estáte quieto" acabamos escalando la cresta de Salenques, de marcado carácter estival, en pleno invierno. La nieve más fresca, ésa por la que sueñan todos los esquiadores, puro azúcar, estaría a nuestra entera disposición a lo largo de todo el filo para endulzar nuestra andadura, que perfectamente habría podido ser, dado que eran los Santos Inocentes, una de las bromas del año. Me encuentro con mi hermano en el refugio Pepe Garcés de Candanchú. Javi me llama. Me dice que dan buen tiempo para hacer la cresta y acaba por convencerme. Al día siguiente, tras dejar a mi hermano buscando su karma, me dedico a violentar el mío surcando el pirineo por esa plataforma teletransportadora que es la nueva carretera que conforma el Eje Pirenaico. En menos que canta un gallo veo a Javi recibirme en los alrededores de Benasque y guiar mi torpe conducción hasta el garaje de la casa de su chica. Mis propósitos son claros. "Compra lo que quieras, llévame a donde quieras, pero no me muevo de aquí sin tomarme unos huevos fritos con chorizo". Javi accede a mi petición, y tras alquilar unos esquís de travesía, comprar comida, preparar mochilas, comernos los huevos y llegar a los Llanos del Hospital, empieza nuestro baile sobrela alfombra blanca. Deberemos ir a tomar clases. Pues no es normal que a estas alturas de la película estuviéramos los dos con ampollas a la altura de la Besurta.

Sigue nuestro recorrido. Aigualluts y más allá. Las últimas luces del día para adentrarnos de lleno en el valle de Barrancs. Me dispongo a efectuar la primera vuelta María seria del día y conforme doy la patada, veo salir despedido mi esquí de la bota. Menos mal que tuve la delicadeza de llevar al tendero mis propias botas para que me ajustara las fijaciones a medida. Todo un profesional. Así pues, entre lanzamientos de esquís y hundimientos en la noche, cruzamos el Ibón y plantamos nuestra tienda de campaña, oasis portátil de gran fiabilidad. Seis de la mañana. Alzamos la vista. La cresta ni siquiera se intuye tapada por las nubes que la acarician. Nuestra decisión es desistir. Diez de la mañana. Desayunamos. La arista deja ver todo su dentado recorrido hasta el pico Margalida y mucho más allá.

Como llevamos la casa encima, otra broma. Comenzaremos la actividad a medio día. Hasta las dos de la tarde no nos encontramos en plena faena. Barrancs a un lado, al otro Salenques, y allá a nuestro frente el Margalida. La nieve profunda no mella nuestro empeño. El calor del mediodía nos impele en una única dirección, que, dicho sea de paso, en invierno es difícil encontrar. Así llegamos a los "largos difíciles" de la cresta, que rondan el IV y el V grado. Tras dejar atrás el primero de ellos nos encontramos sobre una fenomenal repisa para plantar la tienda. Justo cuando la luz remite y los gendarmes posteriores nos detienen amenazantes. Así, entre gendarme y gendarme, sin saco pero cómodos, disfrutamos de la noche en esta nuestra genuina suit de lujo.

Al día siguiente cuesta arrancar. Las manos no se sienten. Poco a poco nos deshacemos de los largos complejos. Mas qué paradoja. La complejidad no ha hecho sino comenzar. Todas las trepadas estan tapizadas por una fina capa de nieve que convierte nuestra conquista del Margalida en un canto a la precariedad. Cada paso era más o menos comprometido. Incertidumbre por ellos y por el itinerario. Ninguna canal parecía llevarnos a buen puerto. Así hasta que Javi sacó de su repertorio un magnífico despliegue de templanza y buen hacer para poder recordarlo todo con cariñoy depositó a la cordada suavemente en lo más alto. Así, desde la cima del Margalida, iniciamos nuestra andadura hacia el pico Tempestades. Las dificultades decrecen casi por completo, pero el tiempo empeora. La noche acecha y reflexionamos. Si nieva más todo será aún más peligroso.

Hemos salido airosos de una situación comprometida. Los largos duros han caído de nuestro lado. Podemos volver satisfechos. Con la mente centrifugando todo esto y algún "lo que pudo haber sido y no fue" iniciamos un maratoniano descenso, que por las condiciones de la pista no cesa hasta el final de la misma. Allí llegamos junto a Jorge, que ha acudido a acompañarnos durante el descenso, y nos esperan amigos y novia de Javi. 

Para el día siguiente el menú no estará mal. Recuperar los esquís y algo de material que dejamos en el Ibón de Barrancs. Todo es entreno, dicen por ahí. Otra clásica estival reconvertida a invernal con final feliz. Un saludo montañeros.

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Corredor María José Aller


La Virgen dispondrá de todos los mantos que precise. No ocurre lo mismo con nuestro amado Pirineo. Este níveo tejido, cada día, cada año, cada largo más codiciado por todo aquél que se deje caer por la cordillera durante el ya no tan duro ni tan largo invierno, era lo suficientemente espeso como para brindarnos una breve y agradable jornada alpinística.

Peña Telera es una montaña con mayúsculas. Toda la Sierra de la Partacúa, elevada en latitudes sorprendentemente precoces, nos ofrecen una brusca impresión;bien sea ya desde la lejanía, avistada desde cómodos miradores dando muestras de la magnitud de su mole caliza, o, como ya no tantos tienen privilegio, desde sus más salvajes entrañas. Sus enormes farallones de roca caliza marcan las cicatrices que son sus corredores. Sólo allí dentro, en la soledad, la penumbra, el vacío o el frío, se advierte la hostilidad de esta montaña. Las caídas de piedras son frecuentes, y sólo se puede salir por arriba o por abajo.

Pocas veces estoy tan seguro de haber dado con el epíteto perfecto, pero si un corredor de Telera es algo, ese algo es lúgubre. Lo sé. Hacía tiempo que no escribía y el gusanillo de la pluma ya me hacía demasiadas cosquillas. El corredor María José Aller (como es corredor yo le llamo José María, ahora que Javi no puede corregirme) tiene unos 600 metros de desnivel. Su dificultad está cotada en Dsup y posee largos de grado IV ò V en roca y resaltes de hasta 80º en hielo. Las condiciones en las que nosotros encontramos los resaltes fueron bastante precarias, o mejor dicho, secas, por lo que tuvimos que acometerlos prácticamente en roca.

Tras saludar a Jorge y su chica, provenientes de la Gran Diagonal, disfrutamos de una plácida noche dentro del templo del calor que es un saco de plumas. La temperatura no es baja, pero siempre da algo de pereza levantarse a eso de las 5 de la madrugada. Un buen desayuno y a correr. Dos horas y ya estamos en el corredor. Hemos ido tan deprisa que hay que esperar a que Lorenzo nos dé el pistoletazo de salida. Aprovechamos para soltar lastre y ultimar preparativos del material. Comienza el espectáculo. Un primer resalte a 60º sin dificultad para calentar. Acto seguido, Javi acomete el segundo problema.

El primer resalte de las reseñas tiene un aspecto extraño. Se ha formado una columna informe de hielo que, después de remirar unas cuantas veces, podríamos decir que hasta desploma. Por la derecha me parece más fácil, pero Javi está crecido. "Envenenado con el monte",dice él, por lo que la acomete. Tendrá unos seis metros de altura, y de su cúspide no dejan de caer purgas que lo hacen mucho más interesante. Mientras a mí, para seguir con el festival, me cae una piedra en el codo que impacta con relativa violencia. Hoy no me podré rascar con el brazo izquierdo.

Los metros van quedando atrás. Sentimos que viajamos por el esófago de un titán. Haremos que nos vomite raspando sus pétreas paredes. Nos encontramos en la base del segundo resalte. Me ha tocado. No tiene hielo. Y donde lo tiene no hace sino molestar. Sudo un rato, pero salgo airoso y decidido. Cuando Javi llega a la reunión sobre los dos clavos que he montado me felicita por el largo y me echa la bronca por la renunión. Ya queda menos.

Un largo entretenido preludio de un último, que más aparente que difícil nos postra ante la temida cornisa, casi inexistente.Son los labios de nuestro titán, que ya no aguanta más a estas dos inmundicias y las escupe al mundo exterior. En este mundo hay sol, calor, el aire sopla sin silbar y todo parece tener otro color. Ese tinte lúgubre se difumina entre las risas de satisfacción de nuestros pequeños protagonistas.

Ya sólo queda rapelar, por el Corredor de la Y. Y una larga, y también para mí lenta bajada hasta el aparcamiento de la Cuniacha. Balance positivo. Buenas sensaciones y ganas de repetir. Javi sigue envenenado. ¿Encontraremos el antídoto? Un saludo montañeros.

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